Policiales

Caso Lucía Pérez: el “ateneo” aseguró la asfixia tóxica y no confirmó el abuso sexual

Reunidos en una audiencia extraordinaria ante el Tribunal N°1, peritos forenses coincidieron en que la muerte de Lucía Pérez fue probablemente por asfixia tóxica. Relativizaron las lesiones de orden sexual. Y cuestionaron la certeza de que el cuerpo hubiera sido lavado.

Los peritos médicos, forenses y bioquímicos  que participaron hoy de un ateneo en la audiencia “madre” del juicio por la muerte de Lucía Pérez coincidieron en que la causa más probable de la muerte fue la asfixia tóxica y aseguraron que las lesiones existentes podían no ser compatibles con un abuso sexual.

En la pequeña sala de videoconferencias del segundo piso, con la presencia de la familia de la víctima pero sin los imputados Matías Farías, Juan Pablo Offidani y Alejandro Maciel, los jueces del Tribunal en lo Criminal N°1 asistieron a una jornada que pareció consolidar la posición de la defensa, incluso en aquella incidencia del presunto “acondicionamiento” del cuerpo.

El “Ateneo” estuvo integrado por las perito médico forenses, Silvina Cabrera y Gabriela Tinto, el perito bioquímico Sebastián De Los Reyes, todos de la Asesoría Pericil de La Plata (por razones de salud no estuvo la doctora Cecilia Villoldo), la perito de parte de la defensa Natalia Corti y la perito médico forense de la Policía Científica de Mar del Plata, Claudia Carrizo. Sorprendió la ausencia del perito de parte del Ministerio Público Fiscal, Adalberto Bonvicini.

Respecto a la causa de la muerte hubo unanimidad: la más probable es la asfixia tóxica por consumo de cocaína. Esto supone que la víctima aspiró cocaína y que esa circunstancia, que pudo ser acumulativa y no única, derivó en un episodio cardíaco.

En varios pasajes de la disertación conjunta fue reprochada la labor de la fiscal María Isabel Sánchez, propulsora inicial de una horrorosa versión de los hechos. “Yo jamás hablé con la fiscal de empalamiento”, dijo Carrizo, responsable de la autopsia y del primer informe forense agregado a la causa.

La audiencia duró cerca de 3 horas y comenzó con la doctora Carrizo recordando las lesiones externas de Lucía Pérez (esquimosis lumbar, en rodillas y pies), la característica distintiva de que el cuerpo estaba vestido, sin signos de suciedad, limpio. También que el cabello estaba seco, algo lógico ya que la autopsia se efectuó casi un día después del fallecimiento y una explicación de sus hipótesis iniciales.

“Los dos ensayos de hipótesis fueron la muerte por reflejo vaso vagal y la otra fue por sobredosis. Pero quiero aclarar que los dejé supeditado a futuros peritajes. Sin embargo jamás recibí ningún informe que me permitiera afirmar o refutar mis impresiones ad referéndum”, explicó.

Luego reconoció que fue un error no haber medido el tamaño de la dilatación anal y, llegado el cuestionado punto del lavado del cuerpo, dijo que su apreciación de los olores fue subjetiva. Defendió el accidente de la contaminación del cuerpo con, según su conocimiento, talco de guante de látex, lo que para la defensa era una señal –entre otras- de que el cuerpo no podía haber sido lavado.

Refutaciones

La perito Tinto, quien demostró un gran compromiso con el caso al conocerlo al detalle y un alta capacidad para transmitir conceptos técnicos, en ocasiones complejos, dijo que coincidía en todo lo concerniente a la autopsia con Carrizo y que el problema fueron las interpretaciones posteriores. Naturalmente hacía referencia a la labor de la fiscal Sánchez.

Se diferenció con Carrizo sobre al entender alta improbabilidad de que el cuerpo de Lucía Pérez fuera acondicionado por que la víctima tenía colocado un protector íntimo con olor a orina (“lo hubiesen retirado”), que si no tenía olor en el cuerpo era acorde al hallazgo de preservativos con  semen (“no tenía semen en sus cavidades”) y que de haberse limpiado el cuerpo también se habría limpiado la nariz, que tenía algún resto de cocaína.

Luego, la principal oradora de la Asesoría Pericial atacó la posición que argumentaba una dilatación anormal del ano y un empalamiento, despejó dudas respecto a si a Lucía Pérez le podían haber anulado la conciencia con el acto de aspirar cocaína (“el acto de aspirar es voluntario y la cocaína es un estimulante, no un depresor”, explicó con otras palabras) y coincidió con la doctora Carrizo en que la muerte sucedió entre las 12 y a las 18 del sábado. “Si tengo que arriesgar más precisión, lo haría más cerca que lejos del horario de la autopsia”, puntualizó.

El fiscal Daniel Vicente preguntó en un momento si durante la crucial junta médica había estado presente la fiscal Sánchez y Tinto le confirmó que no, que solo había estado la defensa.

El abogado de la familia de Lucía Pérez, Gustavo Marceillac, se focalizó en la actividad sexual y quiso saber si se podía descartar que la esquimosis en la región vaginal y la dilatación en la anal fueran provocadas por un abuso. “Son lesiones superficiales, no hay sangrado, no hay desgarro, se dan incluso en relaciones sexuales consentidas. Cada uno entiende el sexo de un modo personal pero la literatura forense no dice que esas lesiones sean producto de un abuso sexual, porque acá hay que analizar que no había otras lesiones”, dijo Cabrera.

Marceillac hizo varias consultas más que fueron respondidas con solvencia y que dejaron flotando en el aire la idea de que, al menos desde lo forense, el abuso sexual y el posterior lavado del cuerpo perdieron la fuerza de la certeza.

La perito de parte Corti coincidió también en que la causa de la muerte fue una asfixia tóxica, mientras que en el final de la audiencia el tribunal quiso saber algo más sobre la contaminación del cadáver durante la autopsia. “Digame, ¿ustedes se cambian los guantes arriba de la mesa de trabajo? Hay un protocolo, supongo…”, le preguntó el presidente del Tribunal, Pablo Viñas, a Carrizo, quien dijo que no, que lo hacían aparte, y que ese polvo blanco en la región lumbar había sido parte de la manipulación del cuerpo para las fotografías.

Llegado el turno para las preguntas de la defensa, María Laura Solari –que representa a los tres imputados- desistió porque entendió que el “ateneo” había sido contundente para su posición. “No tengo preguntas. Las cosas están muy claras”, dijo casi en voz baja.

Un caso de alto impacto

El caso de Lucía Pérez estremeció a Mar del Plata, al país e incluso tuvo su notoriedad internacional, estado que alcanzó después de la conferencia de prensa a la que convocó la fiscal Sánchez cuatro días después del hecho.

En sus manifestaciones públicas –algo infrecuente en el Ministerio Público Fiscal- aseguró que la víctima había sufrido una agresión sexual “inhumana”, que la habían penetrado no solo con “miembros viriles” y que habían acondicionado el cuerpo:  “Quisieron hacer creer que había muerto de una sobredosis”, dijo entonces la fiscal.

Los peritos en el “ateneo” no coincidieron en ninguno de los puntos con aquella apresurada descripción de los hechos. Incluso aseguraron que la muerte sí se había producido por asfixia tóxica, conocida también como sobredosis.

La jornada de hoy se cerró con la declaración breve de la ginecóloga que atendía a Lucía Pérez.

Las próximas audiencias serán de testigos de concepto pero la de este martes puede ser relevante para la fiscalía y el particular damnificado porque representantes de organismos vinculados a la violencia de género darán precisiones sobre nuevos tipos de femicidios. Según trascendió, frente a la duda impuesta por la ciencia forense, la acusación iría por una estrategia que establece que Farías y Offidani actuaron desde una posición de poder sobre Lucía Pérez. De ese modo, aunque no haya lesiones compatibles con abuso sexual, podría éste estar configurado igual por la asimetría del vínculo.

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